UNA HISTORIA NO CONTABLE

por: Luis Hernán Venegas León

Todo comienza un 11 de septiembre del 2007, cuando a las 8:20am caí abatido por el stress debido a los temas económicos y emocionales, estuve postrado en una clínica, pues sufrí un derrame cerebral.

Al estar un año en una cama, salí en forma desesperada a buscar mi recuperación absoluta, entendiendo hoy, después de tres años, que mi enfermedad es irreversible. En el camino conocí a la psicóloga Fabiola Wong, que atiende en el Hospital Jorge Reátegui de la ciudad de Piura – Perú, en lo que se llama medicina complementaria. En mi tratamiento conoció la psicóloga de que yo mayormente realizo mis actividades en una estación radial, y me mostró un producto que me llamo poderosamente la atención, y se trataba del anulador personal, que lo compré a la señora Sara Zevallos que radica en la ciudad de Lima – Perú.

Al encontrar confianza en este producto, decidí promocionarlo en Radio Integración, y no solamente eso sino que trate de tener contacto con la firma que produce este tipo de productos de la marca METATROM.

El 15 de marzo del 2010 me conecté vía Internet con la empresa que resultó ser mexicana y de propiedad del ciudadano mexicano, Eduardo Lechuga Gutierrez. Esto me llevo a iniciar un trato comercial para que el producto sea conocido en mi país llamado Perú.

Se iniciaron los tratos vía Internet. En forma inicial se me mostraron precios que de repente fueron cambiando y aumentando hasta llegar a un monto de 341 dólares, donde se me ofrecían doce artículos. No voy a entrar en detalles  de mi odisea y pericias incontables realizadas por la empresa de propiedad del arquitecto, doctor e inventor mexicano, ni cuánto me ha afectado el propicio de la actividad que a todas luces hubiese beneficiado tanto al inventor como a los usuarios que se hubieran beneficiado.

Lo cierto es que fui defraudado, nunca llegaron todos los productos, y cuando requerí que se me alcanzaran las facturas por los montos depositados y productos enviados, como mi reclamo de los faltantes, la empresa mexicana responsabilizó a las ADUANA, tildándolas con términos de cometer robos y hurtos. Y en el caso de las facturaciones que le solicité por el pago del flete y los productos, se me respondió que no se me enviaba las facturaciones con el objeto de no pagar impuestos.

Hoy tengo todo mi proyecto truncado y me encuentro afligido por la actitud irresponsable de este tipo de empresarios, y hago un llamado al gobierno mexicano y peruano para que hagan un seguimiento a este tipo de empresas que para evadir responsabilidades endosan a terceros las suyas.

Esta es una historia real pero No Contable ¿Cuántos más peruanos seremos estafados de esta manera? ¿Qué hacen las autoridades en el Perú, como la embajada, la SUNAT, el Ministerio de Relaciones Exteriores, para frenar lo que he contado?. En mi haber obran documentos, correos electrónicos, pero me he limitado a no mencionarlos porque el fin que me lleva a trasladar a ustedes esta historia es solamente para contársela.

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